4. La Comisión trilateral

Los poderosos de la tierra consideran como pesadilla el crecimiento demográfico actual y temen que los pueblos más prolíficos y más pobres representen una amenaza para su bienestar y tranquilidad. La ambición de controlar la vida humana, desde la concepción hasta la muerte, es la máxima expresión que manifiesta el nuevo orden mundial. Se pone de relieve, ante los ricos del mundo entero, que los pobres constituyen una amenaza potencial e incluso actual para su seguridad. La preocupación por la seguridad debe ser global y es prioritariamente demográfica. Para el Tercer Mundo, la seguridad y el desarrollo han de comenzar por la creencia de que la pobreza es algo natural, estrictamente ligada a un exceso de crecimiento demográfico. Junto a esa consideración cuantitativa, se insinuará también, siguiendo a Galton (1822-1911), que la pobreza de los pobres es la mejor prueba posible de su mediocridad natural. No hay que dejarles llenar el mundo, tanto por su propio bien como por el bien general. Recomiendan que el número de pobres sea calculado en función de la utilidad que representen, porque según esta ideología, la utilidad es el criterio único que debe tenerse en cuenta a la hora de admitir la entrada de un nuevo ser humano en la casa común del planeta. Y como nada garantiza siquiera que, de ser útil lo seguirá siendo siempre, el ser humano constituye así una amenaza permanente para la seguridad de sus semejantes. Para conjurar el peligro, en julio de 1972, David Rockefeller y Zbigniew Brzezinski, entre otros, fundaron la Comisión Trilateral (CT). El propósito de la Comisión Trilateral fue el de poner en marcha una tipo de cooperación duradera entre las élites dominantes de los Estados Unidos, Europa Occidental y del Japón (de ahí el término trilateral), en un intento de influenciar la opinión pública y las decisiones de los gobiernos de manera que las personas, los gobiernos y las economías de todos los países sirvieran las necesidades de las entidades internacionales, los bancos y las corporaciones multinacionales. La Comisión Trilateral, frente al mundo en vías de desarrollo o subdesarrollado genera y difunde un discurso globalizador y de liberalización de los mercados, que facilita la explotación, no precisamente sostenible, de los recursos y materias primas de los países productores, manteniendo abiertas las fronteras, al mercado global de los productos manufacturados de los países desarrollados. La amenaza que pesa sobre la seguridad de los países ricos proviene, según ellos, de las masas de pobres de los países en vías de desarrollo o subdesarrollados, potencialmente emigrantes a los países desarrollados. A esta misión deben asociarse las naciones ricas y las clases dirigentes del mundo entero; la seguridad - a veces sólo su propia seguridad - debe constituir la preocupación común predominante, el valor superior. Los extractos, documentos y/ o declaraciones de los “Trilateristas” sugieren la creación de una economía mundial, un solo gobierno mundial, un solo sistema monetario mundial y una sola religión mundial, que es la consecuencia del mercado global. La reducción del “crecimiento acelerado de la población” constituye un objetivo permanente dentro de la gama de estudios, informes y reuniones de los Trilateristas así como explorar las diferentes vías – la planificación familiar, el control de natalidad, la educación sexual y reproductiva, etc. - que resuelvan o al menos contribuyan a paliar los problemas de la “sobrepoblación”.

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