El Neomalthusianismo
"Creo que la asimilación de los países latinoamericanos a los Estados Unidos será larga y difícil mientras esos países sigan siendo católicos" Theodore Roosevelt
El siglo XIX se caracteriza por elevado optimismo respecto al progreso humano, pero como hemos comprobado en temas anteriores, también cree en un elevado pesimismo humano. El hombre se ve abocado a una progresivo deterioro y degeneración. En nuestros días este pesimimo humano se prolonga en lo que se llama catastrofismo ecológico.
El neomalthusianismo es la doctrina que, acogiendo el supuesto problema malthusiano de la superpoblación, se propone resolverlo por la reducción artificial de los nacimientos (anticoncepción, aborto y esterilización son los medios principales para consegurilo).
Las estrategias que se plantéa ya las hemos comentado en apartados anteriores:
- Cripto-eugenismo: ocultando los verdaderos planes de eliminación de razas y culturas subdesarrolladas, bajo la máscara del control de la natalidad y sus mecanismos abortivos.
- Revolución sexual como herramienta que rompa la tradicional estructura de relación entre el varón y la mujer en el noviazgo, matrimonio y familia.
La tercera estrategia que aparece es el neomalthusianismo, expresado en un alarmismo demográfico y el catastrofismo ecológico. Actores de esta ideología serán Paul Erhilch al publicar su popular libro “La Bomba demográfica” (1968) donde aportando datos falsos plantea un catastrofismo demográfico mundial. También el Club de Roma, siguiendo intereses de coorporaciones multinacionales publicó un fraudulento informe titulado “Los límites del crecimiento” (1972). Los instrumentos que actuarán de vectores de esta ideología serán los movimientos ecologistas que surgen en los años 70.
La eugenesia se convierte en arma política de los intereses imperialistas de grandes naciones como los Estados Unidos como quedó demostrado al desclasificarse el Memorandum 200 elaborado por Henry Kissinguer.
Las políticas de la ONU y de muchos países se verán influenciadas por estas mentiras, alcanzando el culmen en el Protocolo de Kioto (1997).
La población deja de ser la solución para convertirse en el “problema”. En 1955, Alan Gregg describió, por primera vez, el género humano como un “crecimiento cancerígeno” sobre el planeta Tierra que podría con el tiempo destruirse. En 1960, Raymond B. Cowles propuso una “bonificación para no tener hijos” para ser pagados a los padres potenciales por el gobierno por no tener hijos. En 1964, esta idea fue elaborada por Kenneth E. Boulding en una “licencia comercializable para los bebés”. La unidad para tal licencia sería un “deciniño”, y una acumulación de diez de estas unidades, por la compra, la herencia o donación, titularía a una mujer para tener un hijo legal. En 1967, William y Paul Paddock llegaron incluso más lejos que esto y propusieron un sistema de “triaje, que cancelaría todos los envíos de alimentos estadounidenses a aquellos países que dejen de controlar su “superpoblación”. Ya que “no podían ser salvados”, deberían simplemente ser abandonados a morir, lo más pronto, mejor. La China especialmente mencionada por Paddock como un país donde la inanición masiva tuvo probabilidad del golpe dentro de emnos de un decenio. En 1968, Paul R. Ehrlich apoyó este criterio, comparando a la población mundial como una bomba que va a estallar.
“La aceptación del malthusianismo conduce en los albores del siglo XXI a una serie concatenada de políticas con implantación de injustas medidas legales, inmorales y destructivas socialmente en el ámbito familiar y educativo. No se propone una mejor distribucción de la riqueza generada, ni la educación integral de la persona incidiendo en su vertiente moral y religiosa; ni se plantea el tratar de comprender las realidades demográficas desde unos valores plenamente humanos como son “la dignidad de la persona humana, su trascendencia, la importancia de la familia en cuanto célula fundamental de la sociedad, la solidaridad entre pueblos y naciones, y la vocación de la humanidad a la salvación” Pontificio Consejo para la Familia, 1994.