5. El Club de Roma y el agotamiento de los recursos

El Club de Roma es una organización internacional, que surge en un complicado momento como consecuencia de una preocupada visión de los problemas que estaban a punto de emerger en los nuevos tiempos. El año 1968, año de la fundación del Club de Roma, señala el momento álgido de una crisis social profunda, que dividirá el tiempo de posguerra de reconstrucción material y económica y el tiempo posterior que se anunciaba de creación y liberación imaginativa. Tal vez hayan dejado una menor huella histórica las violentas agitaciones juveniles y las protestas contraculturales que la lenta pero sólida emergencia de una nueva conciencia pública, clamorosamente expresada en los asuntos ambientales pero que se ramifica, crece y se manifiesta hacia otros muchos y originales horizontes, que no es del caso explorar aquí y ahora. En este contexto numerosas personalidades, de distintas procedencias y diferentes ocupaciones

“preocupadas por la aparente incapacidad de Gobiernos y organizaciones Internacionales para prever, o incluso intentar prever, las consecuencias de un importante desarrollo material cuando no se presta suficiente atención a los aspectos cualitativos de la vida que debe hacer posible una opulencia general sin precedentes. Se consideraba que, para completar el trabajo de las organizaciones formales, sería útil la creación de un grupo de pensadores independientes interesados en cuestiones más profundas y de efectos mas prolongados en el tiempo. De estas consideraciones nació aquel año el Club de Roma” Ricardo Díez Hochleitner, prólogo de “La primera revolución mundial.

Este es pues el trasfondo ideológico – cultural en el que surge este organismo internacional, el Club de Roma, a instancias del filántropo benefactor, Aurelio Peccei. Entre la fronda de informaciones, que en las décadas de los años setenta y ochenta se produjeron en los Medios de Comunicación, respecto del Club de Roma, se afirmaba la proximidad de este organismo con la Trilateral, se valoraron como apocalípticos algunos de sus informes (Los Límites del Crecimiento) y, desde diferentes instancias ideológicas, se interpretaron algunos informes en la línea del más puro fabianismo malthusiano y de responder a los intereses de las grades Fundaciones Fiat, Ford, Volkswagen y Rockefeller, que habían sido las entidades financiadoras de sus primeros informes. Al público le llegó una deformada imagen de este organismo, como protagonismo de una visión alarmista y determinista del futuro.
En 1968, en Roma, 35 personalidades de 30 países entre los que se cuentan académicos, científicos, investigadores y políticos que, compartiendo las mencionadas preocupaciones, dan los primeros pasos para la fundación del organismo, el Club de Roma, con el objetivo de investigar procedimientos, alentar a las instituciones e interesar a los funcionarios y grupos influyentes de los principales países sobre las perspectivas de la crisis social que se estaba gestando en el mundo desarrollado que tenía muy variadas raíces, además del medio ambiente. El Club se formalizará dos años mas tarde como asociación bajo la legislación suiza. En la actualidad se halla integrado por un centenar de personas, pertenecientes a cincuenta y tres países distintos. Sus miembros pertenecen a una amplia diversidad de culturas, ideologías y “su vínculo de unión es una preocupación común por el futuro de la Humanidad” y desde sus comienzos el pensamiento del Club sigue las siguientes orientaciones conceptuales:

“Adoptar una aproximación global a los vastos y complejos problemas de un mundo en el que constantemente está creciendo la interdependencia entre las naciones [...]; centrar la atención sobre temas, políticas y opciones con una perspectiva a más largo plazo del que pueden tener en cuenta los gobiernos [...]; buscar una comprensión más profunda de las interacciones existentes dentro de la maraña de problemas actuales [...]”.Ricardo Díez Hochleitner, prólogo de “La primera revolución mundial.

El primer informe del Club de Roma, Los límites del crecimiento, fue editado en los Estados Unidos de Norte América durante el 1972 y presentado a la Asamblea de las Naciones Unidas, reunida en Estocolmo para el estudio del medio ambiente y de ahí viene que este informe haya tenido desde el comienzo una amplia difusión. Las repercusiones del informe presentado por Dennis Meadows con el título de Los límites del crecimiento despertaron preocupaciones y polémicas poniendo en un inesperado primer plano la labor encarada por el Club de Roma. Un reporte preparado por el Club de Roma señala que debido a que la población del mundo está creciendo sin control alguno, los recursos no renovables del mundo estarán eventualmente extintos y la economía mundial caerá en una gran depresión y miseria.
Peor aún que esos sería el hecho de que la entera civilización pueda colapsarse como resultado de la falta de una respuesta drástica a este problema tan crítico. Las conclusiones del informe argumentaban que de continuar un crecimiento de forma exponencial en los “factores” que inciden contra el planeta, sólo duraríamos hasta el 2027.

“Hay cinco factores básicos que determinan y por lo tanto limitan de manera última, el crecimiento de este planeta: población, producción agrícola, consumo de recursos naturales no renovables, producción industrial y polución. Si las presentes tendencias de crecimiento exponencial en esas cinco áreas continúan, los límites del crecimiento serán alcanzados dentro de los próximos cien años, conduciéndonos probablemente un repentino y incontrolable declive tanto en población como en capacidad industrial. Esas tendencias pueden ser alteradas estableciendo una condición de estabilidad económica y ecológica que sea sostenible lejos en el futuro, como la sustitución de los recursos más caros”. Los límites al crecimiento. Donella Meadows, Dennos Meadows.

En otra parte de la tesis he atendido a las repercusiones del informe presentado por Dennis Meadows, las polémicas suscitadas y los ataques que le llegaron desde todas partes.
El Club de Roma de nuevo vuelve sobre el binomio, los recursos naturales y la población, veinte años después, en 1992, promoviendo un nuevo informe, que elaboran los autores de “Los límites del crecimiento”, con la intención inicial de reelaborar el primero pero que los cambios habidos aconsejaron más bien elaborar uno nuevo, “Más allá de los límites”. El presidente del Club de Roma afirma en el prólogo a la edición española que la calidad de vida, el bienestar social de cada sociedad y de cada país, de cada región y aún del mundo entero se puede lograr con “un crecimiento razonable de la población en vez de su actual crecimiento exponencial”, sin poner en riesgo la biosfera ni la supervivencia de futuras generaciones. En otros términos se entiende que el logro del desarrollo sostenible pende de los cambios de estilo de vida de los pueblos desarrollados, de los cambios en el sistema de producción y los hábitos consumistas del mundo desarrollado, pero también de un control del crecimiento poblacional en los países en vías de desarrollo y subdesarrollados. En La primera revolución mundial, un Informe del Consejo al Club de Roma, ya en la parte donde se exponen los problemas actuales importantes se refieren a la población en términos de la explosión demográfica, que exacerba los problemas de los países en vías de desarrollo. Bajo el título “Algunas áreas de importancia vital” se constata como característica fundamental de la sociedad mundial actual el “incremento en la totalidad de la actividad humana durante el presente siglo, lo que ha conducido necesariamente a un gran aumento de la demanda de materias primas y energía”. Y sigue diciendo el informe que “una parte importante de este aumento se debe, desde luego, al espectacular crecimiento de la población mundial”96. Y de manera más explícita todavía, este Informe relaciona directamente el desarrollo y bienestar de los pueblos con la necesidad de controlar el crecimiento poblacional cuando afirma: “Otra cuestión, más amenazadora aún para el mundo a largo plazo que la deuda, es la del crecimiento de la población”

En 1970, el Club de Roma, una asociación privada compuesta por empresarios, científicos y políticos, encargó a un grupo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology bajo la dirección del profesor Dennis L. Meadows, la realización de un estudio sobre las tendencias y los problemas económicos que amenazan a la sociedad global. Los resultados fueron publicados en marzo de 1972 bajo el título "Los Límites del Crecimiento".
En el estudio se utilizaron las técnicas de análisis de dinámica de sistemas más avanzadas del momento. En primer lugar se recopilaron datos sobre la evolución que habían tenido en los primeros setenta años del siglo XX un conjunto de variables: la población, la producción industrial y agrícola, la contaminación, las reservas conocidas de algunos minerales. Diseñaron fórmulas que relacionaban esas variables entre sí —la producción industrial con las existencias de recursos naturales, la contaminación con la producción industrial, la producción agrícola con la contaminación, la población con la producción agrícola, etc.— y comprobaron que esas ecuaciones sirvieran para describir con fidelidad las relaciones entre los datos conocidos que habían recopilado. Finalmente introdujeron el sistema completo en un ordenador y le pidieron que calculase los valores futuros de esas variables.
Las perspectivas resultaron muy negativas. Como consecuencia de la disminución de los recursos naturales, hacia el año 2000 se produciría una grave crisis en las producciones industrial y agrícola que invertirían el sentido de su evolución. Con algún retardo la población alcanzaría un máximo histórico a partir del cual disminuiría rápidamente. Hacia el año 2100 se estaría alcanzando un estado estacionario con producciones industrial y agrícola per cápita muy inferiores a las existentes al principio del siglo XX, y con la población humana en decadencia.
El equipo del MIT introdujo entonces modificaciones en los supuestos iniciales para estudiar cómo podría ser modificado ese resultado final. El supuesto de que las reservas mundiales de recursos quedasen multiplicadas por dos o por cinco tan sólo significaba un retraso de apenas diez o veinticinco años en el desencadenamiento final de la crisis. Esta vendría acompañada de tasas de contaminación mucho más altas y la mortandad consiguiente reduciría la población humana incluso a niveles inferiores a los de la secuencia tipo. La introducción de controles sobre el uso de recursos, la producción de contaminantes y la natalidad, tampoco conseguirían impedir el colapso final.
La única modificación de los datos introducidos en el ordenador que conseguía eliminar la crisis consistía en la igualación inmediata de las tasas de natalidad y mortalidad en todo el mundo, la detención del proceso de acumulación de capital y el destino de todas las inversiones exclusivamente a la renovación del capital existente, modernizándolo para un uso más ahorrador de recursos y menos contaminante. Pero ese frenazo brusco en el crecimiento de la población y del capital debía producirse, según los autores, inmediatamente, antes del año 1985.
El modelo del Club de Roma, que se publicó con el nombre de Los límites al crecimiento, analizó cinco variables: tecnología, población, nutrición, recursos naturales y medio ambiente. Su conclusión principal fue que si las tendencias continuaban, el sistema global se sobrecargaría y colapsaría para el año 2000. Para evitarlo, tanto el crecimiento demográfico como económico tendrían que detenerse (Meadows y Meadows 1972).

Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial.
(D.L. Meadows y otros, Los Límites del Crecimiento, 1972)

Poco después de publicarse el informe del Club de Roma los precios del petróleo y de las materias primas se dispararon y los países occidentales se hundieron en la crisis económica más grave y prolongada que habían conocido desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos pensaron que aquellas sombrías previsiones estaban a punto de cumplirse, antes de lo estimado. Fue la época del nacimiento de un gran número de organizaciones ecologistas y de teorías sobre el crecimiento cero. Los libros del tipo "Cómo sobrevivir una familia explotando dos hectáreas de terreno" alcanzaron los puestos más altos en las listas de ventas.

LA CARTA MANSHOLT Y EL CRECIMIENTO CERO

La justificación teórica del "crecimiento cero" vio la luz en 1972 en el Informe Meadows, y ha sido difundida por el Club de Roma, empresas ambas generosamente financiadas por el grupo Rockefeller.
En 1972, el debate sobre el "crecimiento cero" tuvo especial resonancia, debido a la publicación de dos obras significativas: el informe del Club de Roma, denominado Los límites al crecimiento y la carta Mansholt, edición de la que Sicco Leendert Mansholt envió, con fecha 9 de febrero, al presidente de la Comunidad Económica Europea, Franco María Malfatti.
La Carta Mansholt es el primer comentario autorizado del informe del Club de Roma. Además de las variables analizadas por el MIT, Mansholt incluye nuevos sectores "políticos", tales como la democratización de la sociedad, las relaciones entre los países más o menos desarrollados económicamente, la igualdad de oportunidades y el sentido humano del trabajo. Las estrategias preconizadas por Mansholt corresponden a las propuestas por el equipo de Meadows, aunque incluyen acciones políticas que los investigadores del MIT eludieron deliberadamente, como, por ejemplo, instaurar una reforma aduanera en favor de los productos no contaminantes y reciclables y la necesidad de un Parlamento supranacional con plenos poderes (como mínimo, a escala europea). Mansholt insiste también en la necesidad de sustituir el culto al producto nacional bruto, como máximo exponente del desarrollo, por lo que él llama la "felicidad nacional bruta", siguiendo ideas que ya fueron anteriormente expuestas por economistas como Paul A. Samuelson y Jan Tinbergen.

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