3. Paul Ehrilch y la "bomba" demográfica

Paul R. Ehrlich, un entomólogo de la Universidad de Stanford, quien siendo joven había visto sus campos de mariposas diezmados por culpa del desarrollo de la industria inmobiliaria, escribió en 1968 el éxito de ventas The Population Bomb. Para dar una medida del maltusianismo del libro nada mejor que ver las primeras frases con las que se abre el prólogo:

"La batalla para alimentar a toda la humanidad se ha acabado [...] En la década de los 70 y 80, centenares de millones de personas se morirán de hambre a pesar de cualquier programa de choque que se emprenda ahora. A estas alturas nada puede impedir un sustancial incremento en la tasa de mortalidad mundial, aunque muchas vidas podrían ser salvadas mediante drásticos programas para ampliar la capacidad de la tierra incrementando la producción alimentaria y distribuyendo más equitativamente el alimento disponible. Pero estos programas sólo proporcionaran un aplazamiento a menos que se acompañen con esfuerzos decididos y exitosos de control de la población."

Y esto, como digo, era sólo el principio del prólogo. A lo largo de las siguientes doscientas páginas, Ehrlich escribía predicciones tan atrevidamente maltusianas como que "un mínimo de diez millones de personas, en su mayoría niños, se morirán de hambre durante cada año de la década de los setenta. Pero esto es un mero puñado comparado con los números que se morirán de hambre antes del fin de siglo" (las cursivas son de Ehrlich). Y estos millones que iba a morirse de hambre no había que ir a buscarlos a algún lugar olvidado de la mano de Dios, tal vez en África, muy al contrario, Ehrlich afirmaba que "antes del año 2000" unos "65 millones de norteamericanos" iban a "perecer por inanición".
Ante tal hecatombe la postura de Ehrlich era clarísima: "Nuestra posición requiere que emprendamos acciones inmediatamente en nuestro país y que promovamos actuaciones efectivas en el ámbito mundial. Debemos tener control demográfico en esta nación, si puede ser mediante cambios en nuestro sistema de valores, o a si no a la fuerza si los métodos voluntarios fracasan”.
Los Estados Unidos de América no podían sostener, según el autor, una población superior a los 150 millones (esa era la población de Estados Unidos en 1950. En el momento de la publicación del libro, rondaba los 200 millones y hoy esa nación cuanta con una población de 275 millones). La cosa era tan grave que Ehrlich se apresuró a ofrecer ideas de control demográfico coercitivas, aunque reconocía que no se trataba de ideas propias sino de colegas suyos. Entre los métodos propuestos por el entomólogo, algunos son desestimados por él mismo, como por ejemplo la adición de sustancias anticonceptivas en toda la comida vendida en los Estados Unidos de América, que él no ve política ni científicamente factible.

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